¿Qué es la Web3? Oportunidades y retos de un posible futuro descentralizado.
Analizamos las bases, oportunidades y retos de la Web3, al que algunos consideran una nueva iteración de Internet.
Cada vez es más habitual escuchar hablar del término Web3, muy apalancado sobre la Token Economy y crypto en general, temas a los que hemos dedicado los últimos envíos de esta newsletter (I y II).
He pasado las últimas semanas leyendo e informándome acerca de lo que se entiende por Web3. Lo que sigue es el resumen de mis aprendizajes que espero sirva de introducción a la misma para aquellos que tengáis curiosidad.
Del mismo modo que en los artículos anteriores, trataré de hacerlo desde un punto de vista neutro. El que escribe no mantiene ninguna posición crypto ni ningún interés partícular en ninguna empresa relacionada con el sector.
Hecha la advertencia, vayamos adelante con la Web3, las oportunidades y retos que presenta. Para hacerlo y ponernos en situación haremos primero un pequeño recorrido por la Web1 y la Web2.
Web1
La Web1 era principalmente unidireccional, estática y sólo de modo lectura. Podías informarte pero difícilmente podías participar o contribuir. La gran mayoría de usuarios eran consumidores, no creadores.
Por poner un ejemplo, lo que hoy conocemos como herramientas de gestión de contenido no existían. Para poder crear algo parecido a un blog durante esa época y publicar tus ideas, necesitabas tener los conocimientos para poder programar tú mismo el código html que serviría la página.
Es posible que incluso necesitaras tener conocimientos de sistemas para poder subirla a un servidor. Y por supuesto, también necesitabas hacer algún tipo de marketing para atraer tráfico a tu contenido. De lo contrario todo tu esfuerzo sería el equivalente a poner un cartel en el desierto.
Web2
El término Web2 se empieza a hacer popular a principios de la década de 2000, y es la que podríamos considerar la segunda gran iteración de la web. Si la Web1 era unidireccional y estática, la Web2 es social, participativa e interactiva.
Blogger aparece como la primera plataforma que permite al gran público crear un blog, publicar artículos y dejar comentarios de forma sencilla. MySpace surge como la primera gran red social en torno a la música, siendo una de las primeras que permitía a sus usuarios alterar el diseño de su perfil dando lugar a verdaderas obras de arte.
Poco después de estos pioneros, comienzan a surgir empresas que ya todos conocemos como Facebook, Twitter o Youtube. Este último particularmente fue el responsable de atraer a toda una nueva generación de creadores de contenido a Internet, todos aquellos que tenían la posibilidad de grabar vídeo con una cámara.
Estas nuevas plataformas supieron apalancarse en efectos de red para hacerse con el mercado. Youtube por ejemplo, dando un espacio propio a los creadores para exponer su contenido, conseguía generar un catálogo casi infinito. Los creadores por su parte, promocionaban Youtube de forma activa pues era el sitio donde sus fans podían visionar sus creaciones. Se generaba así un círculo virtuoso que reforzaba su posición competitiva creando grandes barreras de entrada para la competencia.
Pese a las ventajas iniciales para los creadores, esta centralización alrededor de unas pocas plataformas de la Web2 han terminado suponiendo un grave riesgo para los mismos, quienes se exponen a ser expulsados de las mismas si no se adhieren a unas estrictas normas de comportamiento. No sólo eso. Los creadores están también expuestos a cambios en las condiciones publicitarias y en los algoritmos que dictan la distribución del contenido de un día para otro, y sin poder participar de las decisiones.
En cierto modo, se ha creado toda una industria alrededor de monetizar el contenido generado por usuarios, desposeyendo a estos de cualquier participación en la toma de decisiones que les afectan.
Web3
En este escenario, de una Internet controlada principalmente por grandes plataformas nace el concepto de Web3. La idea es aparentemente sencilla. Utilicemos plataformas descentralizadas basadas en la Token Economy para posibilitar que los creadores puedan establecer relaciones directas con los consumidores desintermediando a las plataformas.
Estas plataformas descentralizadas están a disposición de cualquiera que quiera utilizarlas. No hay una entidad centralizada que la gestione, restrinja el acceso y dicte las normas. Si quieres registrar una rutina en forma de Smart Contract en Ethereum, es tan sencillo como identificarse con una clave y pagar la comisión correspondiente a la red. A partir de ese momento cualquier otro usuario podría interactuar con el mismo.
El concepto de clave es importante. Una de las grandes fuerzas centralizadoras de la Web2 ha sido el concepto de la gestión de la identidad. Es más cómodo comprar en un sitio dónde ya tienes cuenta como Amazon, que acudir a otro y tener que crear una cuenta desde cero.
Este hecho ha sido bien aprovechado por las grandes plataformas, que han posibilitado que utilicemos nuestras cuentas en sus sistemas para identificarnos en sitios de terceros. No lo hacen de gratis por supuesto. Cada vez que nos autenticamos con Google o Facebook en un sitio web para hacer una compra, ambas añaden esa información al perfil que guardan de cada uno de nosotros y que luego revenden a anunciantes de todo tipo.
Teóricamente la Web3 tiene el potencial de solucionar el problema de la identidad en manos de las plataformas. En lugar de delegar en ellas, nuestros datos podrían estar encriptados en una blockchain descentralizadaque actuaría a modo de intermediario ante terceros. Que estén encriptados significa que sólo nosotros tenemos acceso, pudiendo utilizar nuestra clave para desbloquear los que nos interesase ceder en cada caso. Que estén en una cadena de bloques quiere decir que tenemos acceso al código para auditar qué puede hacer la red con los mismos.
Este último concepto, el de poder auditar el código, es otra de las grandes narrativas sobre las que se apoya la Web3. Esta es open source por naturaleza. El código sobre el que se ejecuta es público y cualquiera puede revisarlo y contribuir al mismo. Esto eliminaría el poder que las plataformas de la Web2 tienen hoy día sobre sus algoritmos privativos para decidir qué contenido se promocionan por encima de otros.
La Web3 también posibilita decisiones participativas sobre el futuro de una comunidad o proyecto, apoyándonos de nuevo en el uso de los tokens y entidades autónomas descentralizadas. Teóricamente, las decisiones que pudieran afectar a una comunidad serían discutidas y votadas en abierto por esta, con cada miembro representado en función del número de tokens que posea.
Uno de los aspectos más importante que aporta la Web3 es también la desintermediación respecto a los proveedores de pago. En lugar de tener que pasar por Visa/Mastercard, Paypal o nuestro propio banco y estar expuestos a sus designios morales, podríamos utilizar redes como Bitcoin para recibir dinero de nuestros fans y pagar a proveedores.
Mientras ambos participantes en una transacción acepten Bitcoin como moneda, ninguna entidad podría impedirles utilizarlo. No tienen que pedir permiso, y no tienen siquiera que compartir su información personal. La transacción iría firmada por sus claves, que no tienen por qué estar asociadas a una identidad digital particular.
La desintermediación es extensible también a otros ámbitos. Por ejemplo, hoy en día nuestra reputación en cada plataforma depende de una métrica concreta. Contactos en Facebook, seguidores en Twitter, suscriptores en Youtube o Twitch, o incluso nuestras valoraciones como vendedores o compradores en plataformas de venta de segunda mano como eBay. El mero hecho de haber invertido tiempo en cada una de ellas incrementando este contador virtual nos genera dolorosas barreras de salida respecto a las mismas.
En la Web3, esas medidas de reputación podrían ir asociadas a nuestra identidad descentralizada, lo cual permitiría fácilmente traspasarla entre aplicaciones que las reconocieran. ¿Llevarte tu reputación de eBay a Wallapop? En teoría sería posible.
Pero no sólo la reputación sería traspasable. Hoy en día los creadores suben sus contenidos a plataformas que no controlan, a las cuales ceden el control total y la explotación sobre el mismo. En el mejor de los casos tendremos acceso a un panel que nos reportará las visualizaciones y monetización, pero no hay nada que nos permita verificar los datos.
En la Web3, los creadores de contenidos podrían subir su contenido a una blockchain creada específicamente para ello, que gestionaría automáticamente los derechos y el pago sobre los mismos de acuerdo a lo que decidiera su autor. Otras plataformas, abiertas o cerradas, podrían conectarse a esta red global para extraer contenidos añadiendo su propia capa de monetización por encima.
Imaginad a Ibai haciendo sus streamings, en lugar de en una plataforma cerrada como Twitch, retransmitiendo directamente a una red. Ibai podría definir un precio para que terceros pudieran incrustar el streaming en sus plataformas, las cuales entonces competirían entre sí por crear la mejor experiencia para sus fans. No parece fácil, pero desde luego sería un bonito futuro donde creadores de contenido y espectadores saldrían ganando.
Recapitulando, los proponentes de la Web3 piensan que esta es una nueva iteración de Internet del mismo modo que la Web2 o la internet móvil lo fueron. En su opinión, la Web3 habilitará un entorno dónde los creadores retomarán el control de sus contenidos y establecerán relaciones directas con sus seguidores gracias a protocolos abiertos apoyados en la Token Economy.
Retos de la Web3
Para que la Web3 se convierta en la siguiente iteración de Internet, quizás todavía sea pronto. La mala noticia es que hay infinidad de retos por resolver antes de que sea una realidad para el gran público. La buena, es que no recuerdo un entorno donde se estuviese invirtiendo tanto talento y dinero en tratar de solucionarlos.
Descentralización
Como hemos comentado, una de las grandes narrativas sobre las que se apoya la Web3 es la de descentralización del sistema. La descentralización como concepto romántico es atractivo, pero la Web1 ya era descentralizada, construida sobre protocolos abiertos, y eso no impidió que derivara en la centralización actual.
Si queremos que la descentralización tenga éxito debemos entender qué la motivó en primer lugar. Desde mi punto de vista tiene mucho que ver con la comodidad que supone para el gran público la agregación de demanda y el discovery que estas proporcionan.
Volviendo al ejemplo que hemos comentado anteriormente sobre Ibai. Puedo llegar a ver cómo los backends pueden llegar a descentralizarse en una gran red distribuida de contenidos propiedad de sus creadores. Sin embargo, eso no quiere decir que la capa de acceso a los mismos, las aplicaciones que lean de ellos, estén descentralizadas. Aquí, la mejor experiencia de usuario, los mejores algoritmos de recomendación, tiendo a pensar que ganarán.
El concepto de hacer aplicaciones sobre datos de terceros no es nuevo. Twitter, por ejemplo, pone a disposición de estos los mismos a través de APIs que otras empresas y desarrolladores pueden utilizar para construir clientes alternativos como Twitterrific o Tweetdeck.
El problema de construir sobre datos de terceros, es que dependes de sus designios. Si Twitter decide cambiar el acceso a sus APIs o empezar a cobrar por hacerlo, tu negocio puede desaparecer de un día para otro.
Esto, que puede considerarse un incentivo a la descentralización, no impediría que la distribución del contenido caiga en manos de unas pocas plataformas. Si una empresa o aplicación construye una capa que es claramente superior a sus rivales, lo más probable es que el gran público acabé accediendo a los contenidos desde ahí.
Sí. El contenido estaría descentralizado. Sí. Los creadores podrían tener el control sobre el mismo. Pero si el 90% de tu tráfico viene de una aplicación concreta y esta decide excluirte de su algoritmo, a todos los efectos sigues siendo un esclavo de la misma.
Usabilidad
Si el gran público valorase las plataformas abiertas y la interoperabilidad por encima de la usabilidad, Apple no sería una de las empresas más valiosas del planeta. La conveniencia y la usabilidad suelen imponerse. La Web3 tiene un largo camino por delante si quiere competir de igual a igual con plataformas Web2.
Probablemente su mayor problema a este respecto a día de hoy la tenga que ver con el manejo de claves públicas y privadas. Para identificarnos en un sitio Web3 generalmente necesitamos firmar la petición con nuestra clave privada. El problema es que si la perdemos, por diseño no hay forma de recuperarla.
Esto no escala al mundo real, dónde el usuario medio ya tiene serios problemas para gestionar las contraseñas de la Web2. Arriesgarse a perder el acceso a su cuenta bancaria o a sus contenidos generados durante años porque haya perdido su clave privada es un riesgo inasumible para la mayoría.
Se empiezan a vislumbrar soluciones de terceros que gestionan las claves por nosotros y nos proveen de opciones de recuperación, pero a cambio de ceder el control de las mismas y renunciar a la descentralización.
Escalabilidad
La escalabilidad es otro de los grandes problemas actuales de la Web3 pendientes de resolver. El primer diseño adoptado por Bitcoin y Ethereum para gestionar su cadena de bloques, Proof of Work, es altamente ineficiente energéticamente y resulta en velocidades de transacción realmente bajas.
En un mundo dónde un segundo de latencia adicional puede suponer miles de millones en ventas perdidas, la velocidad importa. Para que la Web3 triunfe, necesitará capas de infraestructura con velocidades de respuesta similares a las centralizadas de la Web2.
La escasa velocidad de transacción también genera una saturación de la red que por diseño se resuelve en favor de quién pague más comisión por utilizarla. Este coste variable genera otro problema de escalabilidad, imposibilitando el uso de la red para transacciones pequeñas. Por ejemplo, si la comisión para registrar una transacción en Ethereum es de 20$, es obvio que no vas a utilizarlo para pagar un café.
El hecho de que la comisión sea dinámica en función de la saturación de la red tampoco ayuda a crear modelos de negocio sobre la misma. Imaginad crear una aplicación y no poder estimar lo que te va a costar operarla porque los precios cambian cada minuto. La solución actual pasa porque sean los usuarios los que paguen las comisiones, pero no podemos esperar que eso escale al mundo real.
Veamos un ejemplo práctico. Si intentamos registrar un dominio .eth, tenemos que pagar el coste establecido por el proveedor que son 0,001 ETH, equivalente a 5$ de hoy. Pero también tenemos que pagar la comisión a la red para registrarlo, que a esta hora es de 0,023 ETH, o unos 80$.
Sí, habéis leído bien. La comisión es 20 veces el coste del servicio. Y fluctúa dependiendo de la hora. En una primera versión de este artículo era de 61$.
El problema de la escalabilidad es tan evidente que hay muchísimos proyectos tratando de resolverlo. Desde capas de infraestructura superior a Ethereum o Bitcoin que agrupen las transacciones reduciendo el coste medio de cada una, a redes totalmente nuevas como Solana. El propio Ethereum está en proceso de evolucionar de Proof of Work a Proof of Stake, lo que en teoría le permitiría escalar muchísimo más, pero cualquier cambio de protocolo es lento por naturaleza.
Fragilidad de los sistemas económicos
Uno de los aspectos que más me preocupan de la Web3 es su dependencia de sistemas económicos.
Por ejemplo, Bitcoin tiene valor porque colectivamente hay un grupo de personas que cree en él. Si por cualquier motivo, esta fe se desvaneciese o se desviase a otro token, todo el sistema colapsaría en cuestión de días, porque básicamente es esa fe lo que sostiene al sistema. Nassim Nicolas Taleb ha llegado a escribir un paper argumentando que el valor de Bitcoin es cero.
Taleb, que algo sabe de cisnes negros es capaz de ver algo que el mundo crypto en general prefiere obviar: los mercados, como la historia nos ha demostrado una y otra vez, no son siempre racionales porque dependen en gran medida de comportomientos humanos.
Me preocupa porque veo que muchos proyectos están basados sobre ciclos de retroalimentación positivos apoyados en una revalorización de sus tokens constante. Por ejemplo, la semana pasada hablamos de Axie Infinity, un videojuego Pay-To-Earn que se apalanca en el valor de su token como herramienta de crecimiento.
¿Qué sucedería si la comunidad perdiera la confianza y comenzara a vender sus tokens? El precio bajaría, lo que impactaría en la capacidad de atraer nuevos usuarios, que a su vez reduciría la demanda de nuevos tokens, lo cual empujaría el precio aún más hacia abajo.
En el mundo real, la crisis del 29 en EEUU, la crisis bursatil de Japón, el corralito bancario argentino o la caída de Long-Term Management Capital, fondo de inversión fundado por varios premios Nobel de economía que colapsó estrepitósamente en los 90, son ejemplos de ciclos de retroalimentación negativos en los mercados. Los proyectos de la Web3 no serán una excepción, y ya hemos visto los primeros casos como el considerado primer bank run cripto en la plataforma Iron Finance, cuyo token pasó de 60$ a 0$ en menos de 24h.
Legislación
Sobra decir que las leyes van muy por detrás de la innovación que estamos viendo en la Web3. Esto implica ciertos riesgos a los que creo que se presta menos atención de la que merecen en mi opinión.
Por poner un ejemplo, las entidades autónomas descentralizadas (DAO) permiten la gestión de un proyecto de forma similar a una cooperativa, con los miembros votando cada decisión en base a la cantidad de tokens que poseen. Ahora bien, esa entidad autónoma descentralizada, ¿bajo qué jurisdicción opera?
La jurisdicción es importante, porque por poner un ejemplo, en una cooperativa bajo la ley española, sus miembros responden con todos sus bienes presentes y futuros ante cualquier problema.
Esto es sólo un ejemplo, y disto mucho de tener la más mínima idea, pero esta incertidumbre es un freno importante para cualquiera que quiera montar un proyecto serio descentralizado, porque te obliga a contratar y pagar los servicios de un despacho legal prácticamente desde antes de empezar.
Otro ejemplo de riesgo sobre el que la gran mayoría es poco consciente es el tema del movimiento de dinero. Por razones evidentes, es un tema altamente regulado a nivel mundial, y con serias consecuencias si obviamos hacerlo con la debida diligencia.
Esto lo sé gracias a mi paso por Flywire, empresa con sede en USA y dedicada al sector de pagos, en la que todo empleado tiene que hacer un curso de lavado de dinero durante el onboarding. En ese curso descubres cómo hay una persona en el departamento de Legal que responde con su patrimonio e incluso con hasta penas de cárcel si por alguna razón la empresa canalizase dinero a personas, empresas o países prohibidos por el gobierno estadounidense.
Esta es la base del famoso proceso KYC (Know Your Customer). No es que los bancos y los exchanges quieran saber quién eres, es que les obligan a saberlo.
Conclusión
A modo de conclusión podríamos decir que la Web3 plantea oportunidades y retos a partes iguales. Por un lado la eliminación de intermediarios y plataformas puede poner más poder en manos de los creadores y abrir nuevos modelos de negocio hasta ahora desconocidos.
Por su parte, recuperar la gestión de la identidad podría devolvernos el control sobre nuestros datos, evitando que terceras empresas pudieran perfilarnos y comercializarlos a nuestras espaldas.
La naturaleza de código abierto por defecto podría generar un espacio más justo para los participantes de esta nueva Web3, restando poder a los algoritmos privativos de las plataformas Web2.
Grupos de usuarios podrían crear y organizar sus propias comunidades distribuidas utilizando tokens como mecanismo de partipación y recompensa.
Todo esto ya está sucediendo en menor o en mayor medida a manos de grupos de pioneros. La gran incógnita a resolver es si la Web3 logrará superar los retos que tiene por delante al respecto de la descentralización, usabilidad, escalabilidad, fragilidad y legislación entre otros.
📝 Referencias
Los dos artículos previos de esta serie:
What is Web3? The Decentralized Internet of the Future Explained — FreeCodeCamp
Web3 ELI5: What is Web3? — Messari.io
WEB2 VS WEB3 — Ethereum.org
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